jueves, 3 de junio de 2010

El eucalípto

Muchas veces he oído hablar muy negativamente de los eucaliptos. Muchas de las personas gallegas tienen un sentimiento de rechazo hacia ese hermoso árbol. Se han talados muchisimos bosques autóctonos de castaños o carballos para poner en su lugar eucaliptos o pinos. Arboles de crecimiento rápido que se ajusta más a este ritmo de vida donde todo tiene que hacerse rápido. No se respeta el tiempo necesario para que todo se de de forma natural.

Todo requiere su tiempo. Pero en este mundo que hemos creado entre todos, prevalece la rapidez y el tener, en vez del gozar con lo que se hace y el utilizar los recursos con verdadera y autentica consciencia. No está generalizada una consciencia por la tierra que nos sostiene, y nos aporta toda la materia prima, que realmente necesitamos.

Por otra parte, aunque unido, está la carencia de un autentico amor por la tierra. Apreciamos y valoramos todo lo que conocem0s, dependiendo de aquello que de manera personal nos aportan cosas que queremos poseer.

Un día viajaba en el tren sentada al lado de unas personas que no paraban de hablar de manera frívola y sentenciera. Al pasar por un lugar donde se erigían tres hermosos eucaliptos, alguien de alrededor iso alución a ellos; mi compañera de asiento enseguida comenta: "eucaliptos, no entiendo porque lo plantan si son horribles, son muy venenosos y encima dicen que destroza el suelo, deberían de exterminarlos". Lo dijo con un gran desprecio.

sentí tristeza. Toda esa energía maligna proyectada al espacio. Esa carencia de sensibilidad por la belleza, por la vida.

Ese hermoso árbol de grisáceo y liso tronco y esas puntiagudas hojas que tan bonitas bailan al viento cuando el aire se pasea entre sus hojas, es una especie más de esta fructífera tierra. No es ni mas ni menos importante que ningún otro árbol. Es un árbol con unas características determinadas. Como todo lo que de la tierra brota, es necesario allí donde nace de forma natural

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