domingo, 4 de julio de 2010

La pasión en el viajero

Desde unos años acá lo que más me place leer son libros de viajes. Mientras leo, se que no soy más que una viajera sedentaria gozando a través de los pies y las impresiones de otros. Seres aventureros, que se atrevieron a vivir eso que les empujaba desde dentro. Aun así, cada vez que tengo en mis manos un libro de viaje se produce en mi una mezcla de emoción, alegría y nostalgia a la vez que un gran interés y curiosidad por ir descubriendo esos paisajes lejanos, esas relaciones con las personas que encontraron en sus caminos, esas culturas a veces tan diferentes a donde una se ha criado, esas estructuras sociales etc.
Cuando leo unos de estos libros, me siento fácilmente transportada a esos lugares y situaciones que se van sucediendo.Voy viviendo con cada frase producida a través de esa sensibilidad, respeto y amor con que describen los paisajes, las personas y las sociedades.
Recuerdo un libro titulado “Desde el Lago del Cielo” No cabía duda que ese chico tenía un cerebro sumamente despierto y atento y que su corazón estaba lleno de tal sensibilidad y amor que era capaz de captar toda la belleza que iba apareciendo a su alrededor. Esa belleza que surge del saber apreciar la tristeza en unos ojos, la sonrisa en una leve expresión, el descubrir esa pequeña flor a orilla del camino, ese pájaro que canta posado en la rama de cualquier árbol, que observa la forma sin forma de las nubes, que capta el dolor acumulado en una cara de expresión agriada, que ve y comprende la pobreza, la suciedad, y el desamparo, que ve donde se esconde el miedo y la envidia en un ser humano, que percibe los contornos de las montañas y los diferentes colores que encuentra en su camino. La suyas eran palabras llenas de respeto, seguramente producidas por inteligentes reflexiones y una mente fresca y clara.

El último matriarcado

Un día buscando en la seción de libros de viajes en la biblioteca de C. Real; me llamó la atención un titulo: El último matriarcado. Estaba escrito por el periodista argentino Ricardo Coler. Él quería conocer como era realmente una sociedad matriarcal y viajo hasta el Loshui, una región perteneciente a China donde viven los Mosuo. Según el autor no es una sociedad inculta ni para nada embrutecida. Son personas refinadas y de buen gusto en el vestir y demás y desde luego son sumamente prácticos y pacíficos.
El motivo por el que escribo esto no es porque crea que toda sociedad deba tener como modelo esa forma de sociedad, aunque si que podríamos aprender mucho de ella. Escribo porque quiero contribuir a romper la rigidez y el conservadurismo; el creer que lo mejor es siempre lo de uno. Argumentando también que como las cosas siempre han sido así, así deben seguir; a pesar de que no se le vea el sentido y la cosa se esté yendo al traste, porque no hay coherencia suficiente para seguir manteniendo esos valores, costumbres y reglas caducas y obsoleta
Creo que como toda sociedad esta de las personas Mosuo también tiene sus rarezas, sus rigideces y sus condicionamientos absurdos. Pero como dice Ricardo es una sociedad donde no les hace falta discursos morales para sostenerse. Se sostiene muy sólidamente porque viven de la forma que realmente quieren vivir sus habitantes, tanto hombres como mujeres. Se puede argumentar que lo aceptan y lo quieren por estar condicionados a esta estructura de familias y de costumbres, pero esto no es del todo cierto. Puesto que bajo el régimen de Maho estuvieron forzados a cambiar esa forma de sociedad matriarcal aunque no lo consiguieron. En cambio sí sucedió que muchos de los hombres que estaban allí bajo la orden de Maho con el propósito de deshacer el matriarcado, decidieron quedarse en loshui y formar parte de su esa sociedad.
Me resultaba algo chocante al leerlo que para los hombres fuera un castigo tener que irse a vivir con una mujer ajena a él, no entendía por qué tenían que formar una nueva familia con una mujer extraña si ya tenía la suya, donde se había criado y todos sus miembros estaban compuesto por personas que compartían la misma sangre. No es que formaran pareja y tuvieran relaciones sexuales entre la familia, no. Solo que el hecho de tener relaciones sexuales no significaba que tuvieran que irse a vivir juntos. Aquí el padre como tal existe. Los hijos son criados por toda la familia compuesta por la madre de la matriarca, la matriarca, que normalmente era la hija mayor sus hij@s y hermanos.
Me hizo mucha gracia cuando lei que uno de los hombre que por razones no habituales se fue a vivir a la casa de la mujer con quien había mantenido relación estable le dijo a Ricardo: “La verdad que quiero a estas chic@s casi igual que a mis sobrin@s” (refiriéndose a las hijas que habían nacido de las relaciones amorosas que había tenido con esa matriarca).
Y como mujer practica, ordenada y amante de una sociedad sin violencia, siento afinidad por esta sociedad gobernada por mujeres donde cada miembro tiene sus funciones sin imposiciones y los trabajos se realizan con eficacia primordial bajo la tutoría de las mujeres y la fuerza física de los hombres es buenamente utilizada.

Del Libro de Ricardo Coler: “El Reino de las mujeres.” El Último Matriarcado

“Que un sistema tenga mas adeptos no implica que el otro sea imposible y perfectamente puede decirse: no toda la humanidad vive bajo un régimen patriarcal. No importan las proporciones, lo cierto es que no hay un solo sistema. El patriarcado no le es esencial al ser humano y la experiencia Mosuo marca que hay otras formas posibles y que ellas no significan el fin de la sociedad, la ausencia de ley o la desintegración de lo que en el interior de esa sociedad significa una familia. Por cierto, en el matriarcado , la institución familiar parece más sólida y vital que la occidental. Es lo que impresiona al ver que no les hace falta discursos morales para sostenerla.
En el matriarcado el desdén por la violencia y por la acumulación tonta de dinero hace parecer la vida más amable y llevadera.



En el resto del planeta los hombres ocupan, por amplia mayoría, los lugares de decisión y los puestos de poder. no es así entre los Mosuo. En Loshui, la propiedad está siempre en manos de la mujer, llegado el momento, solo pueden heredar las hijas. ellas son dueñas de hacer y deshacer a su antojo. en la aldea no hay dama que carezca de oportunidades, que no sea digna de consideración o que se encuentre sometida al arbitrio de la sociedad. Aquí es imposible dirigirse a un hombre para interrogarle y reclamarle reconocimiento o trato igualitario. El macho de la comunidad es un macho sin autoridad, subalterno y dominado. En cuestiones de poder, dentro del ámbito familiar, los varones ocupan siempre un lugar inferior. Por eso, si a alguna mujer se le ocurriera querer protestar, buscar reivindicarse frente a los ojos de un hombre, se vería en el aprieto de una situación sin sentido. Esto implica que aquí no hay quien necesite liberarse por su condición de mujer. son y fueron libres desde siempre. Lo que ocurre en la sociedad matriarcal es producto de una cultura donde la condición femenina se impone sin restricciones masculinas.

Pero una sociedad con el poder en mandos de las mujeres no es exactamente el reverso de una sociedad con el poder en manos de los hombres.
Además de implicar la matrilinealidad y la matrilocalidad se necesita una actitud ; se tiene que notar quien tiene el mando y no basta con que las relaciones entre hombre y mujeres sean igualitarias. Cuando la sociedad es realmente una sociedad matriarcal, se siente el peso de la jerarquía femenina en la vida cotidiana.