martes, 26 de mayo de 2009

Llega la noche

Dicen que hay un minuto durante el amanecer, donde existe un silencio absoluto en la naturaleza salvaje. Ese silencio sucede en ese intervalo en que toda las aves y otros animales nocturno se retiran al descanso y todos los animales y aves diurnas están a punto de irrumpir en el nuevo día con su alborozo habitual fruto de su persistente goce de vivir. Ese minuto es llamado la Hora Azul.

Hoy al ponerse el sol estaba sentada fuera, disfrutaba de ese rato tan especial y mágico que sucede en el comienzo del anochecer: de los suaves y difusos colores, del reclamo del Autillo, del gracioso chillído de otras aves nocturnas, del bajo vuelo del Chotacabras; En fin, gozando de esa hora que invita al silencio y al recogimiento, a la contemplación y al sosiego.

De repente me he sentido envuelta en un silencio absoluto. Instante Antes del reclamo del autillo y el vuelo de la Lechuza, en este lugar de la tierra no muy silencioso, la naturaleza se ha acallado un instante, como en la hora azul.

Cómo definir lo indefinible…

La luz se iba haciendo cada vez más cobriza y pálida. En los árboles se apreciaba esa quietud de una noche calmada y el Autillo repetía una y otra vez su habitual reclamo.

La noche va avanzando, hacía el sur se aprecian algunas estrellas y aparentemente disminuido, también el planeta Martes.

Es curioso como va evolucionando la noche; frente a mi está ese claro, al mirar hacia el Oeste puedo observar en lo más alto un cielo gris pálido ;pero al bajar la mirada hacia el horizonte aun se aprecia esos tonos anaranjados y dorados envejecidos que refleja el sol tras su ocultamiento.
Qué cosa, parecen tres cielo totalmente diferentes. Al poco empiezo a percibir desde el nordeste unos relámpagos intermitentes y tras largos instante se oyen truenos lejanos; Ante mi aun se aprecia Martes y algunas difusas estrellas.

Los relámpagos van siendo más continuos y cercanos, los truenos se van haciendo más potente en su cercanía. Al poco siento caer unas gotas, la tormenta se va acercando.
Ahora parece que se aproxima rápidamente.
Esta aquí. Me entro al porche, con la luz apagada, los rayos que ahora están encima con toda su fuerza he intensidad ilumina todo el espacio durante unos instante, al segundo el trueno es ensordecedor, pareciera que se movieran los cimientos de la casa con la potencia de su sonido. El agua cae con fuerza. Todo el espacio es ahora, esa melodía tan especial que produce la lluvia al caer con fuerza sobre los tejados.

miércoles, 20 de mayo de 2009























Estas son unas fotos tomadas en este més de mayo. La mayoria de ellas están hechas en la zona donde vivo. También hay algunas del Parque Natural de Cabañenros.

lunes, 18 de mayo de 2009

UNA MENTE ADIESTRADA NO MORA EN LO NUEVO

Son muchas las personas que buscan “esa experiencia” de unidad, ese estado de quietud, de amor, a través del adiestramiento de la mente personal. Y sea a través de practicas físicas o psicológicas, algún credo religioso, o a través de la pura acumulación intelectual o llenándose del saber y lo experimentado por otros seres humanos desde una mente sin tiempo, nueva, fresca, realmente religiosa, la absoluta mente. (O como a uno le sea digno nombrar).

Una mente adiestrada puede responder ante la presión; pero una mente voluble, fresca, no voluntariosa ni dirigida por el romanticismo; no puede surgir ante la presión. ¿Cómo podría encontrarse la paz en el campo de batalla que es nuestra mente personal?

La mente personal-egoica siempre actúa en aras de alguna conquista ya sean mundanas o conquistas espirituales. Siempre preocupada, siempre cavilando, siempre lamentando, siempre soñando, siempre deseando, siempre acumulando, siempre poseyendo o intentando poseer, siempre midiendo o midiéndose, siempre enjuiciando, siempre intentando realizarse, siempre enredada en ella misma, siempre- en resumen- en la batalla personal. Esa es su naturaleza y por lo tanto esta llena de ello, es ello mismo.

La mente personal es la mente de lo no percibido directamente. Desde ella cada cosa que uno perciba con cualquiera de los sentidos es interpretado por todo ese saber acumulado, todas esas certezas, todas las experiencias y demás formas de condicionamientos que a fin de cuentas proviene del pasado; y con ese pasado interpreta lo que está percibiendo en el presente,Con lo cual lo que percibimos como realidad, no es más que nuestra realidad, la realidad que nuestra mente personal ha sido capaz de descifrar a través de toda esa maraña acumulada.

Cómo podemos pretender afrontar de manera inteligente y acertada una situación presente con toda nuestra experiencia pasada cuando lo presente siempre es nuevo, no conocido. Cualquier situación que se nos presente, nunca puede ser la misma, es imposible, pues la vida, la naturaleza es constante movimiento y nosotros y nuestro mundo forma parte de esa naturaleza y de ese movimiento; así la forma adecuada de afrontarla surge igualmente de ese presente no conocido, y para que ello sea posible nuestra mente no puede estar enredada en miedos o cualquier otro síntoma de la mente personal-egoica pues esta mente es pura distracción para percibir el momento actual, se necesita está viviendo con una mente alerta y despierta, así una es ese mismo movimiento de la vida.

Resumiendo todo cuanto percibamos desde esa mente no puede ser llamada Realidad, pues se trata en todo momento de una interpretación muy personal de los hechos y de las situaciones, incluso del panorama. Así ante una misma situación, conversación incluso paisaje, se perciben cosas diferentes.

Sin embargo todos confiamos en esta mente tremendamente subjetiva e individual. Prácticamente toda la literatura, toda la letra impresa esta escrita desde esta mente. Al igual que todas las divisiones, entre los seres humanos – incluido el nacionalismo causa principal de la guerra-.

De ella ha surgido todo este desorden creando tantas desigualdades entres los seres humano, tanta competencia, tanto odio; todo este mundo de soledad y sufrimiento que hemos ido creando a través de los siglos.

Cabría preguntarse si no es el miedo en todas sus infinitas formas de manifestarse, lo que está detrás de todas estas acciones separativitas. Igualmente cabria la pregunta de donde se encuentra la raíz del miedo, sino, en el miedo a la muerte, provocado por esa sensación profunda de separación con los demás seres humanos, la propia naturaleza y el universo en general.

Cuanto más miedo tiene un ser humano más intenta protegerse; tanto que esa desconfianza crea un muro donde la interrelación se hace imposible. Ese ser humano puede interactuar con muchos otros pero no hay relación real, pues el miedo impide la vulnerabilidad necesaria, impide el estar ahí, el estar abierto.

Hay mucho miedo inconsciente -deseando salir a la luz-, dentro de la conciencia humana. Aunque todos podemos recordar situaciones de miedo y echando una mirada atrás, comprobar cómo distorsiona la realidad, cómo este miedo, es como un gas inflamable para la mente que navegando a sus anchas da rienda suelta a todo tipo de imaginación paranoica.

A su vez, la mente personal, busca constantemente salir de su sofocada presencia: de ahí

que estemos continuamente llenos de actividades que nos haga distraer, que nos de placer, que nos divierta y nos saque del hastío y la soledad interna.

Quién no se ha sentido tremendamente feliz al leer un libro donde su trama nos embelezaba tanto que hacia que escapáramos de nuestra vida para vivir por ese lapso de tiempo la de los personajes en cuestión ¿que se busca en las drogas, sino una evasión un huir de uno mismo? Y del placer sexual, ¿ qué hay en él que atrapa tanto al ser humano? ¿No es también un huir de esa mente a través de adentrarse en lo más primitivo, seguramente un deseo inconsciente, de regresar aunque sea por breves instante, a lo no mental? Y en el acto de experimentar, de acumular intelectualidad, cultura, ¿Qué sucede con el afán de estar constante mente escuchando la radio viendo la televisión o navegando en Internet? ¿No es igualmente llenar y llenar la mente para cubrir más profundamente lo que en ella hay, sacando un poco de placer con la enervación, la pena, el éxito o la alegría sentimental que nos produce “el mundo de otros”? ¿No hay un escapar de ese silencio que te trae a la mente lo que en ella hay y no queremos ver, porque “mejor es” creer que somos lo que creemos, que descubrir lo que realmente hay dentro de nosotros?

viernes, 8 de mayo de 2009

En una noche de febrero

Durante un tiempo observaba la noche a través de los cristales, y estaba oscura.
Volví a sentarme en quietud.
Algo me hizo volver a observar la noche; me sorprendió la luna llena grande y amarillenta, saliendo de entre los almendros. La observo desde el cristal; ella va subiendo lentamente mientras pierde diámetro y gana luminosidad.
Me levante y salí fuera, quería sentirla más cerca.
La noche está tranquila y los arboles están aquietados; sin embargo oigo una leve melodía: es el álamo gris que parece llamarme.
Me acerco suavemente, ya he dicho que es de noche, observo el danzar de sus hojas mientras siento el frescor de la noche en todo mi cuerpo y me envuelve la melodía.
Siento un estremecimiento en todo mi ser, es tanta la belleza...
En el álamo sigue la melodía, pero yo me voy alejando. Al llegar junto del ciprés levante la cabeza para ver toda su majestuosidad, creí sentir que no quería que me acerque tanto, que necesita su soledad. Rápidamente me alejo guardando cinco metros de distancia; me parece sentir que así los dos estamos cómodos. Lo contemplo unos instante y con pasos cautelosos me alejo.

Vivir desde el no saber

Habiendo desechado toda creencia. Siento que realmente no se nada del inmenso misterio de la existencia.
Cabria un vivir coherente con este sentir:
Vivir relativizando los avatares de la vida, ya sean agradable o menos agradables.
Vivir cada día en plenitud sin buscarle un sentido a la vida, pues vivirla es el propio sentido.
Escuchar con respeto y cariño el saber de los demás
Vivir en ese sosiego que te da el no esperar demasiado de ella, pero vivir abierta.
Un vivir despierto, alerta; quizás en este no saber pudiera revelarse el relámpago de la existencia.