lunes, 18 de mayo de 2009

UNA MENTE ADIESTRADA NO MORA EN LO NUEVO

Son muchas las personas que buscan “esa experiencia” de unidad, ese estado de quietud, de amor, a través del adiestramiento de la mente personal. Y sea a través de practicas físicas o psicológicas, algún credo religioso, o a través de la pura acumulación intelectual o llenándose del saber y lo experimentado por otros seres humanos desde una mente sin tiempo, nueva, fresca, realmente religiosa, la absoluta mente. (O como a uno le sea digno nombrar).

Una mente adiestrada puede responder ante la presión; pero una mente voluble, fresca, no voluntariosa ni dirigida por el romanticismo; no puede surgir ante la presión. ¿Cómo podría encontrarse la paz en el campo de batalla que es nuestra mente personal?

La mente personal-egoica siempre actúa en aras de alguna conquista ya sean mundanas o conquistas espirituales. Siempre preocupada, siempre cavilando, siempre lamentando, siempre soñando, siempre deseando, siempre acumulando, siempre poseyendo o intentando poseer, siempre midiendo o midiéndose, siempre enjuiciando, siempre intentando realizarse, siempre enredada en ella misma, siempre- en resumen- en la batalla personal. Esa es su naturaleza y por lo tanto esta llena de ello, es ello mismo.

La mente personal es la mente de lo no percibido directamente. Desde ella cada cosa que uno perciba con cualquiera de los sentidos es interpretado por todo ese saber acumulado, todas esas certezas, todas las experiencias y demás formas de condicionamientos que a fin de cuentas proviene del pasado; y con ese pasado interpreta lo que está percibiendo en el presente,Con lo cual lo que percibimos como realidad, no es más que nuestra realidad, la realidad que nuestra mente personal ha sido capaz de descifrar a través de toda esa maraña acumulada.

Cómo podemos pretender afrontar de manera inteligente y acertada una situación presente con toda nuestra experiencia pasada cuando lo presente siempre es nuevo, no conocido. Cualquier situación que se nos presente, nunca puede ser la misma, es imposible, pues la vida, la naturaleza es constante movimiento y nosotros y nuestro mundo forma parte de esa naturaleza y de ese movimiento; así la forma adecuada de afrontarla surge igualmente de ese presente no conocido, y para que ello sea posible nuestra mente no puede estar enredada en miedos o cualquier otro síntoma de la mente personal-egoica pues esta mente es pura distracción para percibir el momento actual, se necesita está viviendo con una mente alerta y despierta, así una es ese mismo movimiento de la vida.

Resumiendo todo cuanto percibamos desde esa mente no puede ser llamada Realidad, pues se trata en todo momento de una interpretación muy personal de los hechos y de las situaciones, incluso del panorama. Así ante una misma situación, conversación incluso paisaje, se perciben cosas diferentes.

Sin embargo todos confiamos en esta mente tremendamente subjetiva e individual. Prácticamente toda la literatura, toda la letra impresa esta escrita desde esta mente. Al igual que todas las divisiones, entre los seres humanos – incluido el nacionalismo causa principal de la guerra-.

De ella ha surgido todo este desorden creando tantas desigualdades entres los seres humano, tanta competencia, tanto odio; todo este mundo de soledad y sufrimiento que hemos ido creando a través de los siglos.

Cabría preguntarse si no es el miedo en todas sus infinitas formas de manifestarse, lo que está detrás de todas estas acciones separativitas. Igualmente cabria la pregunta de donde se encuentra la raíz del miedo, sino, en el miedo a la muerte, provocado por esa sensación profunda de separación con los demás seres humanos, la propia naturaleza y el universo en general.

Cuanto más miedo tiene un ser humano más intenta protegerse; tanto que esa desconfianza crea un muro donde la interrelación se hace imposible. Ese ser humano puede interactuar con muchos otros pero no hay relación real, pues el miedo impide la vulnerabilidad necesaria, impide el estar ahí, el estar abierto.

Hay mucho miedo inconsciente -deseando salir a la luz-, dentro de la conciencia humana. Aunque todos podemos recordar situaciones de miedo y echando una mirada atrás, comprobar cómo distorsiona la realidad, cómo este miedo, es como un gas inflamable para la mente que navegando a sus anchas da rienda suelta a todo tipo de imaginación paranoica.

A su vez, la mente personal, busca constantemente salir de su sofocada presencia: de ahí

que estemos continuamente llenos de actividades que nos haga distraer, que nos de placer, que nos divierta y nos saque del hastío y la soledad interna.

Quién no se ha sentido tremendamente feliz al leer un libro donde su trama nos embelezaba tanto que hacia que escapáramos de nuestra vida para vivir por ese lapso de tiempo la de los personajes en cuestión ¿que se busca en las drogas, sino una evasión un huir de uno mismo? Y del placer sexual, ¿ qué hay en él que atrapa tanto al ser humano? ¿No es también un huir de esa mente a través de adentrarse en lo más primitivo, seguramente un deseo inconsciente, de regresar aunque sea por breves instante, a lo no mental? Y en el acto de experimentar, de acumular intelectualidad, cultura, ¿Qué sucede con el afán de estar constante mente escuchando la radio viendo la televisión o navegando en Internet? ¿No es igualmente llenar y llenar la mente para cubrir más profundamente lo que en ella hay, sacando un poco de placer con la enervación, la pena, el éxito o la alegría sentimental que nos produce “el mundo de otros”? ¿No hay un escapar de ese silencio que te trae a la mente lo que en ella hay y no queremos ver, porque “mejor es” creer que somos lo que creemos, que descubrir lo que realmente hay dentro de nosotros?

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