miércoles, 18 de abril de 2012

La propia naturaleza

Aceptar la propia naturaleza, es aceptar las propias consecuencias de la vida. Aceptarlas, no es esperar que las cosas nos la solucionen o se solucionen mágicamente; más bien es andar, ver, indagar, fluir; -como el agua del río que destruye cualquier obstáculo- para salir de eso que llamamos problema y que no es más que una consecuencia del vivir y sus circunstancias.

El árbol es naturaleza; recibe la vida con sus "brazos abiertos": el calor, el frió, la nieve, la lluvia, la sequía...Aun así invisiblemente oculto a nuestros ojos, hace todo lo que puede para cumplir con lo que llevamos inserto toda "materia" natural: la supervivencia de la especie.

Las hayas crean el ambiente de humedad necesario para la supervivencia del bosque que componen.

Las acacias de cuando las jirafas las comen hasta un punto crucial, envían la información a las demás acacias ( a veces a muchos km de distancias) para que estas vayan segregando una sustancia amarga que hace que sus hojas no sean un plato exquisito para las jirafas.

Algunas plantas chorrean una sustancia muy pegajosa para atrapar los insectos que las pudieran dañar. etc

Si cumplimos con nuestra naturaleza de supervivencia, tenemos que encontrar la lucidez para salir de la trampa y enredo en que nos mete nuestra mente, tendremos que sacar fuerza para levantarnos y seguir el propio camino.

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