jueves, 3 de noviembre de 2011

Andar el propio camino

Aceptar la propia naturaleza, es aceptar las propias consecuencias de la vida. Aceptarlas no es esperar que las cosas nos la solucionen o esperar a que suceda "un milagro". Por el contrarío creo que requiere de nosotros que andemos, que veamos la manera de salir, que indagemos. Fluir como el río que demuele el obstáculo para salir de eso, que llamamos problemas y no es más que una consecuencia del vivir y las circunstancias.

El árbol es naturaleza, recibe la vida con sus brazos abiertos: el calor, las heladas, la nieve, la sequía, la lluvia, el aire. Y aunque invisiblemente oculto a nuestros ojos, hace todo lo que puede para cumplir con su naturaleza: la supervivencia de la especie.
Las hayas del bosque de Tejera Negra se ven en la necesidad de segregar 60l de agua al día para que en el bosque se dé la humedad que ellas necesitan para sobrevivir en un clima cálido y poco húmedo.
Las acacias de la sabana africana,se ponen a segregar una especie de sustancia con sabor amargo, creo que también venenosa; cuando las jirafas las comen hasta un punto en que peligra la vida del la especie. Al hacer eso les están enviando "un aviso de alerta" a sus compañeras en la lejanía. Así alertada van "fabricando" ese veneno y asegurarse la supervivencia. Las jirafas las deja de atiborrarse con ella.
Algunas plantas y arboles, segregan una sustancia pegajosa o resinosa como medio de atrapar los insectos que en determinados casos les dañaría.
Así, de la misma manera, nosotros la especie humana; cumpliendo con nuestra naturaleza debemos salir de los atolladeros, salvar los optaculos, levantarnos, volvernos a levantar... y seguir el propio camino

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