miércoles, 5 de octubre de 2011

Reformas en La Encina




Se ha hecho un poco más de arreglo en la Encina. Vinieron Diego y Samuel de Lebrija a ejecutar la obra. Nos vino fenomenal la ayuda de Mar, Consuelo, Chiqui, Coco y Pablo. Más tarde, en una segunda etapa Jeronimo y Leandro. ¡ Qué agradable es trabajar en compañía y solidaridad!

Fueron días donde Diego, Samuél y yo trabajábamos catorce horas diarias; y en la segunda etapa con Jeronimo y Leandro casi más de lo mismo: agotadorrrr; Eso sí, vivido con ánimo y cariño.
Samuél aprendió rápido a poner piedras gracias a la práctica de Páblo y a su particular habilidad para todo lo manual.Diego preocupado al ir viendo que se iría, y no "podría dejar todo acabado". -No te preocupe, haremos lo que se pueda, llegará el día de la muerte y de seguro dejaremos mucho sin acabar. Le decía yo a menudo.
Coco, aunque a veces se quejaba, cuando ofrecía su ayuda a parte de venirnos fenomenal, él lo gozaba y le hacia bien, si no, ¿ como iba a trabajar con esa sonrisa?

Jerónimo intentó "acabar"y aunque hicimos mucho, igualmente no hubo tiempo suficiente; y es que, siempre hay algo más que hacer.
Cierto es que la casa luce mucho más bonita sólida y cálida, con su revestimiento de piedra, que el tejado ha quedado sellado y hermoso; a prueba de lluvias torrenciales diría yo; que las gallinas en su nueva casa no se van a escapar, y vamos que se nota en la Encina las horas de trabajo, el amor y esmero que se ha puesto en todo lo que se ha hecho.

Me gustó como Leandro definió todo lo que requiere una granja-jardín: "cuando acabas de arreglar una cosa hay siete más que están esperando ser hechas "
Creo que debemos hacer todo lo que hay que hacerse, a la vez que saber dejar de hacer, cuando es momento de parar.

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