miércoles, 5 de octubre de 2011

Lo que llamamos tan a la ligera DESPISTE

Maria con nariz rota. Aquí esparaba la hora de acuidir al otorrino.
Este lugar es fresco, verde y solitario; suelo ir a veces a la salida del trabajo para utilizar internet.
Fue un accidente laboral, confluyeron muchas circunstancias para que sucediera; pero hubo una clave: la mente estaba ocupada. Esos momentos antes del golpe mi mente estaba dividida entre lo que estaba atendiendo y en algo que engañosamente, le era más importante que su presente inmediato. El golpe fue tal, que de inmediato acaparó toda la atención, sentí como las moléculas de mi cabeza se removían y como las de la nariz "grujieron" al romperse el hueso y desplazarse.
Me gustó la capacidad que hubo en mi de "frialdad" para calmar a la persona que había conmigo y organizar todo para poderme ir a urgencias después de haber parado la hemorragia.
De inmediato sentí mucho cariño por la zona afectada. No tuve que tomar ni un solo calmante para el dolor, la energía de mis manos le bastó y el proceso de curación fue mucho más rápido de lo que dijeron los médicos. Siempre pudo ser una excepción el que no me doliera en absoluto. Puesto que los médicos y las personas que habían pasado por lo mismo ( fue curioso, que durante el tiempo que mi nariz estaba inflamada, me cruzé con seis personas a las que también se les por habían roto la suya) aseguraban que el dolor era muy fuerte y constante. De cualquier forma la nariz ha tenido una buena recuperación, sin apena huella.
Una cosa que tuve claro desde el principio era el no someterme a ninguna intervención quirúrgica por la estética. No me disgustaba la idea de tener una cara algo diferente; después de todo siempre estamos cambiando tanto física cómo internamente; ¡será simplemente una huella más del pasado!.

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