viernes, 25 de febrero de 2011

Los modos del pasado en la familia

Hay un lazo invisible que siempre une al hij@ con la madre: es el lazo de la vida: la creación.

Los hj@s, son las personas que más estrechamente vive con la madre durante una etapa grande de la vida; los hij@s conocemos a esa mujer en la faceta de madre, y desde las necesidades del niñ@. Desde ahí, nos formamos unas imágenes, a través de las cuales seguiremos viendo a nuestra madre a lo largo de los años.
No son los ojos los que ven, sino el cerebro; los ojos no hacen más que focalizar lo que el cerebro proyecta. De ahí la dificultad de ver lo nuevo. Todo cuanto nos va sucediendo a lo largo de nuestra historia puede ser utilizado como un aprendizaje. La vida nos enseña en cada momento sobre todo si ponemos pasión para reaprender, saber lo que somos, aprender de la propia vida sobre el funcionamiento de la mente.
Aun así la imagen de una madre no es fácil de cambiar.

Me he sorprendido hablando con mi madre usando unos tonos ya no habitual en mi; cuando ella me pedía que hiciera algo que yo no quería hacer, o algo que yo queria que ella hiciera. limpiar los modos del pasado no es fácil, pero aun lo es menos, ser diferentes con esas personas con las cuales convivíamos, mientras se iban creando en nuestro cerebros surcos de condicionamientos y patrones de comportamientos
Igual pasa de las madres hacia los hij@s. Qué grado de atención tan enorme se necesita para ver a tu hij@ con ojos nuevos, ver el hombre o la mujer que ahora es. Desde ese ver la respuesta es distinta . En esta situación ya no se da una madre y un hijo. Son dos seres adultos. Independientes uno del otr@. Física y mentalmente se ha cortado el cordón umbilical. Este lazo psicológico no se rompe de manera sincronizada. Así sucede a veces, que el hij@ no haya asumido íntegramente el aspectos de la independencia: el ser totalmente consciente de que es el único responsable de sus actos y tomar las riendas, sin más, de su propia vida sin la " muleta de la madre".O que se de el síndrome del nido vació: la dependencia emocional de la madre hacia el hj@.
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Una persona puede haberse corregido ciertos malos hábitos o tonos que indicaban sutilmente cierto resentimiento, un hablar despectivo, cierta altanería, sumisión, alarde, etc; pero si observamos muy, muy atentamente, descubriremos que esos antiguos patrones, irremisiblemente se filtra a no ser, que estemos sumamente alerta en la relación con esas personas con las que convivimos cuando se formaron todas esas formas y defensas: La familia.
De ahí la dificultad en ocasiones, de una comunicación fluida con los hijos.
Aveces se hace necesario que se de ese espacio para poder hablar desde la serenidad de un silencio interior. Que se de ese silencio donde no hay pasado, donde las imágenes no actúan y por lo tanto no son obstáculo; desde ahí se puede hablar de la soledad, la muerte, de la investigación interna, del estado de atención alerta y la compresión, claridad e inteligencia que ello trae; los descubrimientos sobre la mente, el amor, la importancia del vivir diario.
Esa atención ejerce algo parecido a un barrido que acaba con muchos condicionamientos. Con todo ello se van aspectos de la mujer que quizás aun perduren en la memoria que ell@s guardan como parte de esa madre.

De alguna manera tod@s somos hij@s del mundo. Que importa quien arroje luz a quien. A menudo encuentro hij@s del mundo aprendiendo de lo que surge a través de mi. He sido una hija que he aprendido de muchas personas directa o indirectamente, con los años me he descubierto que mi madre tenia dentro casi todo ese saber que busqué en otros. Me tranquiliza pensar que mis hijos tienen la capacidad de buscar aquello que necesitan aprender. No importa a través de quien salgan las palabras si para ellos son aclaratorias.

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