viernes, 24 de julio de 2009

Ideología y separación

Cada vez está en mí con más fuerza el sentimiento que me hace ver con claridad la separación que producen las diferentes ideas o tendencias en las personas.

Nos sentimos divididos con otras personas a causa no solo del nacionalismo y la religión. Igualmente quedamos divididos por los partidos políticos o cualquier forma de ideología organizada que tenga gran poder.

Son muchas las veces que nos encontramos envueltos en grandes discusiones serias al tomar partido por un determinado grupo deportivo o ideológico.

Parece totalmente cierto lo que dice Krishnamurti de que todos los grupos separan. Cuando leí esto la primera vez, me dejó chocada: “¿Qué los grupos dividen? ¿Cómo va a ser eso? precisamente los grupos se forman para unir, para hacer fuerza” me argumentaba yo. Tan condicionada estaba con esta idea que nunca me plantee que el grupo divide, no unen.

Claro que se unen para hacer más fuerzas. Pero para hacer más fuerzas entre ellos frente a otro de distinta ideología.

Pasó así desde los comienzos cuando nos reuníamos en clanes. Un clan frente a otro clan.

Ahora no nos llamamos Clanes, somos muchos, y nos dividimos por nacionalidades. Diferentes estructuras y diferentes nombres aunque el resultado y la intención por la que se ha ido formando es la misma: hacer fuerza, prepararse con las mejores armas, los mejores ejércitos, los mejores materiales para cuando llegue el momento de combatir.

Si, combatir. Es como cuando preparamos un viaje. Si lo preparamos es que lo tenemos en mente, si lo tenemos tanto en mente que parte de la vida y del dinero de que disponemos se va en esos preparativos: ¿Cómo no vamos a realizar ese viaje? Seria casi imposible que así no fuera.

Igual pasa con la guerra: ¿Cómo no va a haber guerra si desde que nacemos hasta que nos morimos estamos preparándonos para ella? Desde que pertenecemos a un partido político, hasta cuando entregamos en hacienda el cero coma siete por siento si no lo queremos dar a la iglesia. Por otro lado la argumentación a favor de pertenecer a un partido político y que este a la vez pertenezca a la OTAN es tan fuerte y persistente y tan falsamente disfrazada que resulta difícil salirse de todo eso.

Por la misma razón resulta difícil pensar por uno mismo: constantemente estamos bombardeados por la televisión, la prensa, las revista, los partidos y mil cosas más para decirnos lo que tenemos que pensar, lo que tenemos que comer, cómo tenemos que vestirnos y peinarnos, cómo y donde debemos acudir para divertirnos, cómo pasar el tiempo para que por otro lado el tiempo no nos pertenezca.

Dejando el nacionalismo, las religiones y la guerra a un lado. Quedémonos en lo más cercano a uno, lo más cercano son las ideas que nos abordan a cada momento del día. ¿Nos damos cuenta cómo nos dividen nuestra forma de pensar?

Cuantas veces nos hemos sorprendido discutiendo con otra persona por el simple hecho de que las ideas que visitan la mente de uno y del otro son distintas: Uno se identifica con el Madrid, otro con el Barcelona. Uno es de derecha otro es de izquierda. Uno es religioso el otro es ateo. Uno es vegetariano el otro come carne. Uno come convencional el otro come ecológico. Uno piensa que el otro es un cateto, el otro piensa que el uno es un chalado. Uno está a favor del aborto el otro piensa que los que están a favor del aborto son unos asesinos.Uno cree que hay que trabajar hasta los sesenta y cinco años que pues debemos rendir, el otro piensa que cuanto más tiempo libre se tenga mejor. Uno piensa que la medicina convencional es un desastre y que la mejor es la medicina alternativa, el otro cree que gracias a los avances en la medicina convencional se han salvado y alargado muchas vidas y así mil opiniones contrapuestas a otras mil. Blas, blas, blas…

¿Qué tiene de malo tener opiniones y puntos de vistas diferentes? En realidad todo es siempre diferente, pues lo que ayer pensábamos que estaba bien hoy pensamos que está mal y viceversa. Y lo que ayer era de gran importancia hoy no nos brinda ninguna garantía. Así sucesivamente.

¿Por qué necesitamos creer que tenemos la verdad en nuestras manos? ¿Por qué necesitamos creer que el otro está equivocado si no ve las cosas como la vemos nosotros? ¿Para sentirnos seguros con nuestro pensar necesitamos que nadie vea las cosas desde un prisma diferente? ¿Por qué no nos podemos escuchar con verdadero respeto y cariño? Ser capaz de respetar otros puntos de vistas diferentes e incluso contrapuesto, sin necesitar imponer nuestro criterio.

¿Por qué necesitamos formar grupos que nos hagan sentir seguros reforzando el muro divisorio frente al otro?

¿Será que lo que pensamos en realidad no nos pertenece? ¿Qué eso que llamamos “nuestros pensamientos” no son más que ideas que hemos ido acumulando en nuestro cerebro a lo largo de nuestra vida y lo utilizamos de manera mecánica?

Todo ese pensar lo hemos adoptados sin más, sin cuestionarlo; convirtiéndonos como dice K, en personas de segunda mano.

Creo que esa es la causa por la que buscamos refuerzos en los grupos. Al no ser un pensar y un sentir autentico, algo experimentado, sentido y descubierto por uno mismo. Al ser un sentir prestado, no nos pertenece y por tanto no tiene realmente la fuerza para poder hacer frente a la vida con cariño y sin temor.

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