lunes, 8 de junio de 2009

El hombre que queria atrapar lo inatrapable

Samuel era un hombre que gustaba de contemplar los atardeceres en soledad.
Un agradable día de primavera observaba en silencio, calmadamente, la bajada del sol con toda su grandeza;
Y sucedió que de repente sintió algo extraño en todo su ser.
Era algo totalmente nuevo, algo hermoso y de una fuerza e intensidad indescriptible. Se sentía como envuelto en una gran calma, un inexplicable sosiego, una sensación de paz…

De pronto acudio a él un pensamiento: ¡ ha sido tan maravilloso! “¿cómo hacer para que eso me acompañe siempre?”( ¡ Tan ocupado estaba en su empeño que no se daba cuenta de que eso ya se había ido! )


No sabiendo como, se quedó concienzudamente ahí sentado buscando en su cerebro una forma de conseguirlo.
Tenia claro que quería conservarlo, hacerlo suyo, para así utilizarlo a su antojo.

Pasó el tiempo y se le ocurrió una idea: ¡se fabricaría un cofre!, ¡un cofre muy especial!
Y allí instalaría ese recuerdo, guardaría muy cuidadosamente cada detalle de lo que
Sintió y vivió. ¡”Sí, eso haré”! ¿”Pero, como no se me había ocurrido antes”?

Muy cuidadosamente se fabrico su cofre, y acto seguido guardó con todo detalle todo su recuerdo y se lo metió en el corazón.

Pasado unos días se encontró con Juan, su mejor amigo, y sintió el deseo de enseñarle su tesoro. Así que después de advertirle del cuidado que debía tener mientras lo contemplara, con gran emoción y delicadeza se dispuso a abrir el cofre frente a los ojos de Juan...

Pero este por más que miraba no veía nada por lo que su amigo debiera estar tan emocionado, tampoco veía ningún tesoro, solo vio unas partículas de brazas en un montón de cenizas. ¡ No entendía nada ¡

Nuestro protagonista al observar la cara de decepción de su amigo cerró violentamente el cofre y comenzó a fluir en él el enojo, la rabia, la ira.
Juan se sorprendió aún más: no entendía por qué se enfadaba con el y
Le empezó a invadir tal tristeza que cayó en un inmutable silencio.

Samuel al observar el estado de su amigo se fue calmando y empezó a sentir algo de afecto, pero mezclado con rabia, esa mezcla de emociones diferente le incomodaba.
Le empezó a incomodar tanto que se le ocurrió abrir su cofre: ¡Claro, en el cofre estaba la solución, allí estaba el sosiego, la paz!

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