lunes, 20 de abril de 2009

SIN DESPERDICIO

He visto la película " El visitante " Creo que resalta la calidad humana. Se aprecia tanta belleza interna en sus personajes...
Resulta tan hermoso ver como en el protagonista lentamente, se va produciendo una apertura mental y con ello se va expandiendo su corazón, abriendo sus brazos.
Siempre es reconfortante ver como en una persona va calleando miedos, codicionamientos, vergüenzas. Ver cómo va abandonando las mascaras, las defensas, la falsa.

El joven músico le da la clave para tocar el timbal "no pienses, toca, tienes que dejar de pensar para poder tocar" Como podemos hacer algo con fuerza y entusiasmo si en nuestra mente no para de haber ruido y mensajes que castra nuestra creatividad, "no puedo hacerlo" "no lo se hacer" "nunca podre ser tan bueno como fulano" "yo no valgo para esto, no tengo cualidades suficientes". Siempre midiendonos, comparandonos, juzgandonos. Aprendimos de pequeños a medirnos, nos comparaban con nuestros hermanos, compañeros y amigos. Aprendimos de esa manera a jzgarnos. Nuestra mente se quedó presa de esos y otros aprendizajes negativos y así esos menajes siguen haciendo presión en la edad adulta.

Fue fantástico ver al protagonista al final de la película, (ese gran señor de "bien"), sin chaqueta, cómodamente sentado en un banco de la estación entregado libremente a hacer música, sin más. Libre del prejuicio, de vergüenza, del miedo a hacer el ridículo. En resumen, libre de él. Ni más ni menos...

Otra cosa que parece resaltar es que todo es relativo y ese "que bien" que solemos decir ante algunas circunstancia aparentemente buena; o ese " oh, que pena" ante circunstancias aparentemente mala, no son más que palabreria producida por ese mundo de ilusión en el que solemos estar preso y creemos dominar.

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