jueves, 27 de septiembre de 2012

"Amanecer en el desierto"


Mientras leía el libro de Waris  Dirie: “Amanecer en el desierto” sentía  mucha afinidad con cada frase que iba asimilando. A la vez que surgía una reflexión profunda sobre el sufrimiento de las muchas personas que viven en esas condiciones y sobre todas las desigualdades existentes entre los seres humanos. Sus palabras forman  un testimonio vivo expresado como mucha sutileza, sensibilidad, respeto y belleza.
Nos muestra  su duro pasado,  su infancia vivida en una tribu nómada del desierto somalí.

 En mí  ha habido desde siempre una atracción hacia el desierto y esa forma de vida nómada, casi un sentimiento de nostalgia.

 A veces solemos tener una idea más bien romántica de estos mundos exóticos, diferentes y tan desconocidos en la realidad.

 Es fácil quedarse con la idea que da el director de alguna película, o el criterio de algún autor, con la referencia de alguna noticia o las imágenes de algún documental que intenta enseñarnos lo exótico;  lo vemos así y de manera tan limitada creemos conocer. De esta manera poco objetiva nos entra  como algo apetecible, romántico, curioso.
Creo que nos mostramos poco consciente de lo que vivir con todas esas carencias materiales y de derechos humanos suponen.

Conforme su testimonio iba entrando en mi a través de la lectura una gran compasión y ternura iba ampliando la comprensión: Me venia  la visión de tantos niños con los pies ensangrentados por andar descalzos entre el  árido y abrupto terreno lleno de pinchos y cantos, la visión de los niños observando, con  mirada de lobos hambrientos, el tazón de leche; porque a veces es lo único que tienen para alimentarse durante todo un día; la visión del padre que da una patada a la hija por no haber hecho  bien la tarea, la visión de niños de cuatro años haciendo de pastor en mitad del desierto, de estos niños todo el día trabajando, hambrientos, sucios, harapientos; estos niños a los que se le ha robado el derecho de ser lo que son: niños. Los padres igualmente son victimas de la situación que de alguna manera le ha tocado vivir, condicionados por su lugar de nacimiento.

Dirie  describe los hechos mostrando respeto y ternura hacía las personas de las que se sentía rodeada, a la vez que deja claro reflejo de las carencias de todo tipo que padecía, y del dolor y sufrimiento a los que se veían sometidos a causa de las carencias de enseres necesarios y del sometimiento al que se ven obligadas las niñas y mujeres en esa sociedad, donde al hombre se le valora mucho más y por lo tanto se le da todo el poder incluso sobre ellas;  las mujeres no tiene ni voz ni voto.

En su libro aparece estas frases: “Se puede amar algo profundamente, y sin embargo. no amar todo lo que ello representa”.

En sus palabras deja relucir el gran amor que sentía por su madre y por mucho de la cultura que la envolvió en su infancia. Sentía gran respeto por su padre a pesar de que este era autoritario y la obligaba a hacer cosas que ella no compartía.
Como era habitual, a los seis años le practicaron la circuncisión femenina, nada que ver con la masculina. La extirpación del clítoris y el sierre de la vagina hasta extremos insaludable
A los trece años, como era tradición, la querían casar con un hombre mucho mayor que ella. Waris fue una niña que a pesar de la opresión, conservaba la valentía y su inteligencia no fue apagada. Ella tubo el valor de escapar y llegar hasta Europa.
Cómo es común en todas las personas que llegan de esos países “pobres” en busca de una vida más digna. Pasó muchísimas dificultades y se sintió tremendamente sola. Añorando la parte que amaba y valoraba de todo lo que había dejado y sobre todo a su madre. En cada palabra se siente el tremendo amor y respeto que sentía por su madre.

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