No se si habéis observado, que Cuando estamos sentado tranquilamente sin intención ni preocupación alguna; vienen pensamientos que nos muestra lo que somos. Nos ofrece fragmentos de un pasado con el que no nos sentimos satisfecho, o nos sentimos avergonzados, o nos hace sentir culpable. Esos pensamientos nos asaltan en cuanto le damos la más mínima oportunidad, un lugar, un espacio para que se de. Es de suma importancia que esos pensamientos salgan a la luz, ellos nos dice qué contiene esa parte de la mente llamada ego.
Si observáis, os daréis cuenta, de cómo en estas ocasiones de reposo, observación y de quietud física; que cuando esa parte mental que se hace llamar 'el yo'no está controlando, suele asaltarnos recuerdos que nos hacen ver: lo vil que hemos sido con un compañero, o lo poco amable que nos hemos portado con esa vecina, o lo poco tolerante que hemos estado con nuestro hijo, o la agresividad que había en nuestro tono de voz y gesto cuando respondíamos a nuestro jefe, o la indiferencia con que hemos mirado a ese hombre que mendigaba en la esquina, o lo déspota que nos hemos portado con nuestra pareja...
cuando estas imágenes se pasean por nuestra mente arrojándonos conocimiento de lo que realmente somos, lo primero que hacemos es un movimiento involuntario: nos rascamos, movemos el cuello, la cabeza, el brazo, nos estiramos... Esos movimientos es una manera instintiva de huir de eso que no queremos ver. Aunque prestarle atención es lo que necesitamos hacer, para que esos comportamientos carente de amor y dignidad, no vuelvan a salir de uno.
Ese tipo de manejo inconsciente son la causa de todos esos movimientos repetitivo que se hace sin que uno se de cuenta: al sentarse ejerce un constantemente balanceo de una pierna, retorcimientos de las manos, movimientos de dedos, golpecitos en la pierna, tirones leves de la camisa hacia el exterior, rascar o acariciar una parte de la prenda que se lleva puesta, liarse el pelo en los dedos... Montones de gestos, que están sirviendo de retención, a algo de muy adentro que empuja para salir a la luz.
La cuestión es que se necesita de esa quietud, para que podamos ver eso de lo que en su momento no fuimos consciente. De haber estado atentos realmente a ese presente, esos recuerdo no existiría como residuo en nuestra mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario