domingo, 11 de octubre de 2009

El impacto del hombre en la tierra

El impacto del hombre en el planeta es realmente grande. No creo que realmente seamos culpables del agujero en la capa de ozono, la contaminación de la tierra y de los ríos, el efecto invernadero con todas sus consecuencias. Ni creo que seamos culpables ni tampoco que la causa del cambio climático sea por la acción del hombre. Creo que los seres humanos somos una consecuencia más que lo provoca. Pero si que creo que a las personas se nos ha ido la vida de las manos. No sabemos llevar la vida desde un lugar donde haya respeto por la tierra que nos sostiene, por sus ríos, su fauna y su flora. Respeto y cariño por todo lo que en ella habita. Que en cada cosa que hagamos este llena de responsabilidad de manera que sean acciones no egoístas, llenas de un sentir por el que vine detrás.

Toda la tecnología nos ha desbordado. La cazuela donde se preparaba la pócima del progreso, empezó a rebozar de tal manera, que no hemos sido capaces de parar esa espuma chorreante que lo va impregnando todo y que de forma casi imperceptible nos ha ido moldeando. Nos dejamos arrastrar, sin darnos cuenta de lo que su virulento galopar, va sembrando en nuestras vidas. Casi a ciegas vamos navegando de manera ilusa hacia donde nos lleva ese espumoso e imprevisible río.

Hemos progresado de forma asombrosa tecnológicamente y demás sin que se haya producido un cambio en el nivel humano-psicológico-espiritual. Con lo que hemos ido creando un desequilibrio tan grande, que nos vemos envueltos-enredados en esta vida de competencia carente de amor y armonía.

Percibo todo este galopar social como si fuera un lujoso coche con un potente motor yendo a toda velocidad, conducido por un ser que no tiene la inteligencia, el orden, la destreza y el amor suficiente para hacer un bello recorrido. ¿Qué podría surgir de esta “carrera” que no sea destrozos?

Tenemos tanta tecnología en nuestras vidas, tantos aparatos, tantos descubrimientos científicos. Pero en nuestros corazones no hay el amor necesario para acoger todo eso y darle un uso correcto, no hay en los seres humanos sabiduría suficiente como para que todo eso no cree separación, contaminación y desorden. Como todo estas cosas que llegan a formar parte de nuestras vidas casi sin invitarlas, nos viene grande, nos desborda; la vida se nos va de las manos convirtiéndose en algo corrupto, peligroso, poco menos que en un campo de batalla en el que actuamos tan peligrosamente como un niño al jugar con un preciso aparato de guerra.

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