jueves, 10 de septiembre de 2009

Si haces salir lo que hay en ti

Noviembre del 2006.

“Si haces salir lo que hay en ti, eso te hará libre. Si no haces salir lo que hay en ti, eso te destruirá.”

Esto lo han dicho de diferentes formas todos los maestros, o seres sabios. Siento con gran fuerza la verdad que hay en estas palabras. Desde la pubertad me preguntaba qué me hacía hacer una cosa y no otra. Decidirme por esto y no por aquello. Hacer algo con verdadera determinación o tomar un camino sin estar realmente convencida y aun así no poder evitar el dejarme llevar de algo que parecía ser un puro acto movido por la inseguridad y el no saber.

Será por eso que siempre ha estado presente en mí el interés por la psicología y el autoconocimiento. Desde muy joven sentía una gran curiosidad por descubrir sobre el misterio que encerraba la vida, la muerte y la mente humana. Me pasaba grandes ratos, sentada en el pollete de la casa de campo de mi abuelo contemplando el cielo, las estrellas, las aves, las plantas, me envolvía un gran goce y quietud. Estos ratos se turnaban con asaltos de curiosidad y angustia en los que se arremolinaba en mi mente miles de preguntas. Como mis familiares o seres cercanos no me sabían responder a mis cuestionamientos y preguntas leía sin parar libros “como el arte de amar” “Así hablo Zaratustra”, “Shidarta", " El filo de la navaja”, “Carlos Castaneda” y todo lo que caía en mis manos que tuviera relación con este misterio de la vida y la muerte. Según mis posibilidades iba trabajando en ello con màs o menos dedicaciòn. Dependiendo de las etapas de la vida que iba viviendo.
Los sueños fueron un gran amigo para este propósito a lo largo de toda mi vida.

El de esta noche ha sido un sueño de esos a los que Carl Jung llama sueños arquetípicos.
En este sueño todo mi ser estaba presente pero, de forma fragmentada. En èl aparecía la parte divina, mi yo corporal y consciente y lo llamado ser inferior, sombra o mal (producido por ese dolor que se cristaliza, se hace piedra y forma el ego, el carácter, las defensas)
¡No recuerdo haber visto nunca tan claro todo mi ser actuando al mismo tiempo! Viendo como la conciencia, el yo, se veía amenazado por el ello (lo màs primitivo, lo màs reprimido, lo llamado la sombra o el mal) y cómo, este yo, se mostraba contento, se sentía bien al sentirse acompañado de la parte divina, esa parte de la que se siente orgulloso.

Pero la divinidad nada tiene que ver con uno ni con el otro, ella está ahí siempre, para cuando la mente esta en ese estado especial en el que puede ser uno con ella. Ella está ahí sin sentirse amenazada, formando parte del ser, del todo, siendo la creación en movimiento.

En el sueño todo era tremendamente vivo y a la vez simbolico y lleno de fuerza e inquietud, la sombra estaba al acecho y el yo temeroso, la divinidad impasiva.

¡Pero que bien hace ver todo ese temor personificado! ¡Y que hermoso fue ver como el mal, (que en realidad no es tal cosa), es esa energía que forma parte de cada uno de nosotros, esa energía manchada por la herida, el dolor y que solo espera , salir, ser vista por la luz de la consciencia para así transformarse en una energía limpia, purificada, integrada a la divinidad.

¡ Fue tan asombroso y a la vez tan hermoso e intenso ver, sentir, oír llorar a esa energía mientras me agarraba en forma de abrazo y llorando me decía: “te quiero”. Mientras el yo, representado por la mujer que soy ahora decía: “has hecho abortar a la divinidad, vale moriré”. Agotado y quizás algo receloso, el yo se deja vencer.

Cuanto miedo sentía en el sueño y fuera de él. Lo observé durante un rato, todo el tiempo que me hizo falta para VER. De repente en un instante de luz se me revelo todo el conocimiento, que encerraba, toda su grandiosidad.

EL SUEÑO:

La luz que aparecía en todo el sueño era de un color algo diferente, era como una luz producida con tonos muy claros de beig luminosos, las paredes y muebles que aparecía eran de forma bastante reales y bien formados, solo lo diferenciaba quizás el tamaño, todo era más grande y magnificante. Los personajes eran luminosos, tanto la divinidad como la sombra, la divinidad era de tonos más claros y muy alta, el personaje que representaba al mal era de la misma naturaleza, pero algo más pequeño, creo que yo, María, mi cuerpo, era más terrenal, pero no del todo materia sòlida.

En el sueño aparecía escena, tras escenas, que me hacían sentir incomoda a excepción de las veces que estaba acompañada de la divinidad; esto hacia el sueño algo doloroso. Una siempre sentía en el sueño la presencia visual o mental de la sombra. Era sentida como una amenaza. Sentía una especie de incomodidad y algo de rabia por la amenaza. La relacionaba de alguna forma con mí hermana. Aunque no era ella, el mal que yo sentía como amenaza, estaba formado en gran parte por ella.

La sensación era como de que siempre que una salía a pasear tranquilamente con la divinidad, de alguna forma me enteraba o sentía la amenaza de la sombra, ahí aparecía, no me dejaba en paz. Cuando estaba frente a la sombra o la amenaza, una se sentía incomoda y algo resentida, molesta, no se, más que otra cosa asustada, era la emoción más predominante.
Un día me entero que la sombra ha salido a pasear con la divinidad, ¡a mis espaldas! Entonces me enfurezco y esta vez si me enfrento a ella. Estamos en una habitación muy grande cerca de una cama desecha con sabanas verdes, era a la mañana siguiente del paseo de ellas dos. Recuerdo que era tal la incomodidad, que quería despertar, pero algo me lo impedía, como una presencia superior a mi voluntad.

Entonces tras unos instante de estar ahí queriéndome despertar pero no me dejaban, era un espacio sin tiempo, un tiempo de no reloj y estaba lleno del espacio en el que se desarrollaba las escenas, aunque impregnado de una gran calma, quietud, o vació. Lo que ahí estaba sucediéndolo tenía un movimiento diferente. Entonces transcurrido no se cuanto tiempo de reloj, lo que supongo que sucedió es que mi yo se rindió,

Siguió el sueño y aparezco en la cama echada hacia atrás, Mi yo vestía un camisón de algodón. Grito a la figura que representa la sombra: ¿“Lo has abortado?” “Has hecho abortar a la divinidad”. Algo llorosa y rendida digo: “vale voy a morir”. Entonces la sombra; que durante el encuentro me sostiene con su brazo en mi espalda, pone su cara frente a la mía y grita llorando, llena de emoción: “Te quiero.”

Ahora si me puedo despertar. Me quedo en la cama sintiendo el sueño, sintiendo mi cuerpo, todo mi ser. Miro el sueño, no me muevo, quiero VER…
Y comprendo que esa sombra representaba la herida producida en mí por la comparación, por la medida, representaba mi envidia, mis celos. Siento que de alguna manera tiene relación con mi hermana y más allá de todo veo que no es más que un brote del dolor de la humanidad.

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