jueves, 10 de septiembre de 2009

Enganchados al sufrimiento

Otoño del 2007 En el regreso a casa desde Málaga.

lParece ser que el viejo Buda dijo: “ que el mundo esta lleno de sufrimiento y que la raíz del sufrimiento es el deseo-apego. Con la supresión del deseo-apego llega la terminación del sufrimiento.

Hace algún tiempo observando el movimiento de mi mente durante un trance que de alguna forma, me hacia sufrir, estar alterada internamente triste. Vi que toda la inquietud que había en mi era producida por el temor a perder la imagen de ser una persona que sabe aplicar su sabiduría y vivir según ella. Vi que estaba apegada a esa nueva imagen, aunque me hubiera desecho de muchas otras, esa imagen me tenía atrapada.
Observé eso, quizás con cierto desconcierto, pero estaba ahí actuando. Algo en una era testigo de ello sin más.
Siempre que observaba esas emociones en mi, era producida por algún tipo de apego. Por algo que creía tener y veía peligrar su existencia, generalmente en el plano psicológico o emocional. En muchas ocasiones la congoja venia por un sentimiento de descontento posterior a una situación por creer que si hubiera dicho tal o cual cosa podría haber arrojado claridad a alguna situación; o todo lo contrarío, creer que debí haber callado, suponiendo que en ese momento el silencio era más sabio que cualquier palabra pronunciada.
Más tarde descubrí, que también en estas situaciones lo que había era un amasijo de emociones, que tenían lugar en mí con intervalos de instantes llenos de claridad donde el sentimiento de amor era totalmente diferente a lo emocional. Era la María mental la que se infligía esos tormentos. Se decía algo así como: ¿“pero como tú que siempre sabes qué decir para ayudar a otros, (ayudar a otros, menuda prepotencia) te has mantenido en silencio”? ¡Cuanta arrogancia! El Ser no se queja. Actúa si hay ausencia de la entidad egoica, si estamos ahí con esa presencia y atención lo correcto es lo que se da, lo que surge.
Por lo tanto las quejas y el sufrimiento no era otra cosa que mi ego mostrando su miedo ante ver peligrar su existencia.
Ha raíz de ver en mi todo esto comprendí con todo mi ser la verdad que encierra las palabras de Anthony de Mello, donde afirma: “no somos libres y seguimos sufriendo porque no queremos dejar de sufrir”. Estamos apegados a ese sufrimiento que conlleva el desear y el poseer. Estamos programados para creer que si no conseguimos aquello que deseamos, ya sea un trabajo que necesitamos, aquel novi@ que tanto nos atrae. O si perdemos algo que poseíamos o creíamos poseer, creemos firmemente que en esas circunstancias, no se puede ser feliz; que lo normal y sensato es sentirse desgraciados. Esta es la programación o condicionamiento de la mente que esta en nosotros desde miles de años atrás y que a causa de la no comprensión seguimos alimentando cada minuto de esta vida.

En una se estaba produciendo esa observación del dolor y se desplegaba la causa: El apego. Pero sentía que por algún motivo no quería despegarme de esas emociones que producían tanto placer como dolor. Descubrí sorprendida, que no había en mi un interés lo suficientemente fuerte de libertad real como para salir de ese estado de conflicto esclavitud y sufrimiento. Esas emociones me tenían atrapada, no las quería perder, ¡estaba enganchada a mis emociones! Tan programados estamos.
Sentí que es cierto lo que dice K de que para que se produzca el cambio no se necesita tiempo, el ver es cosa de un instante. Pero ese VER real necesita de una tremenda energía preparada dispuesta para aprender de lo no condicionado y por lo tanto desconocido.

Comprendí que así era. Pero que en uno tenia que haber esa fuerza, esa pasión para cuestionar los propios cimientos. Esa pasión produce una comprensión y es ello mismo lo que producía la transformación. Pero debe haber ese deseo intenso de sentirse libre, libre de uno mismo. Una estaba observando todo ese movimiento, todo este cuestionamiento. Al entrar el recuerdo de las palabras de K, surgía instantáneamente una pregunta: ¿Se podía hacer algo para generar esa pasión?, ¿Cómo generar el sentimiento de desear realmente el no estar atrapada por nada? Ese montón de emociones, deseos pensamientos es lo que yo era y en cierta manera, de forma muy sutil percibía que me gustaba sentir todo eso; daba a mi vida un falso sentido de intensidad donde confluía sentimientos a veces contrapuestos pero me hacía sentir triste o contenta pero con fuerza.
Seguía observando el movimiento de mi mente, era algo así como entrar y salir de lugares diferentes de ella o estar en diferentes estados: instantes de total claridad y espacios de tiempo donde entraba algún que otro pensamiento. Comprender siempre es hermoso, arroja luz a nuestra vida haciendo que algo diferente germine en una.
Gozo de todo cuanto la vida me ofrece sin que haya un solo pensamiento de permanencia. Cuando las situaciones acaban no esiste en una sentimiento de soledad o perdida; sencillamente vivo los instantes siguientes como si todo formará parte del mismo fluir.
¿Quiere decir esto que soy libre? Desde luego me siento mucho más libre, ligera, liviana ; que me haya sentido nunca. Pero ser totalmente libre son palabras mayores. No lo se, tampoco me preocupa. Ahora participo conscientemente de la magia que supone vivir fluyendo con la vida. Viviendo de la mano con la muerte.
A veces algo entra por leves instantes a formar parte de mi mente, algo que pareciera ser un pensamiento que se sorprendiera por la manera de afrontar o vivir las situaciones, como ajeno a él mismo.
. Así que no se como soy o lo que realmente soy. Solo se que en mi corazón habita la sensibilidad y la compasión, el agradecimiento por cada cosa que vivo, cada regalo que me proporciona la vida. Hay un percibir con intensidad no emocional a pesar de las adversidades que a veces me plantea la vida. Con frecuencia es algo así como si mis acciones salieran de un lago calmado
Observo a veces un movimiento superficial, de queja, juicio o descontento, veo la poca fuerza que eso tiene, y el desapego que una tiene con eso, con ese personaje que quiere quejarse, por habito. Quiere juzgar, por rutina, quiere cambiar la situación o al otro, por la costumbre adquirida. ¡Pero tiene tan poco peso! Algo en mi advierte que al no alimentarlo se disuelve, calladamente desaparece

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